martes, 30 de noviembre de 2010

El mundo bajo los párpados. Beber sueños.



   Escribió Cunqueiro en los 60 que "el hombre necesita, como quien bebe agua, beber sueños", y es a ese círculo completo de la ensoñación humana, el sueño como amenza, como trauma, pero también como expresión de un ideal o una esperanza, al que se trata de otorgar un orden en estas páginas. Orden, en cualquier caso, que adopta dos direccciones. Una primera en la que se muestra la importancia del sueño, de los vaticinios, de su equívoca sintaxis; y otra segunda en la que se resumen los diferentes modos en que el sueño se ha interpretado hasta nuestros días. Y con esto no sólo nos referimos a los diferentes tipos de intermediarios que elucidan el contenido de los sueños, ya sean los sacerdotes egipcios o el actual psicoanalista, heredero de Freud y de Charcot, sino a la propia importancia y la utilidad que dicha función posee para el ser humano. Desde los sueños curativos de los templos griegos a la terapéutica moderna. 
   Así pues, si para un hombre de la Antigüedad el sueño era la voz de instancias superiores, demoníacas o celestes, hoy no es más que un parpadeo cifrado de la conciencia o un trepidante reflejo del sistema nervioso. Quiere decirse que en este trayecto milenario se ha perdido la trascendencia, la intimidad del ser humano con el cosmos. Y a esta vieja unidad del hombre con lo circundante, recuperada a través del sueño.
fuente, diario GranadaHoy

No hay comentarios:

Publicar un comentario