Entra con la niebla en los talones. Se frota la cabeza como si le escocieran los remordimientos.
-Buenos días. ¿Podría fumarme un café con hielo?Inútilmente amable, casi paternal.
-¡Caballero! ¡Por favor! ¡Déjese de estilismos literarios vacuos y arroje ya ese pulmón que tanto le está fastidiando!
Sorprendido, mira por primera vez a los ojos del cansancio.
-¿Sabe? Creo que tiene razón. Si me disculpa un instante, ahora mismo voy a escupir sobre mi tumba, y enseguida vuelvo.
Sale, dejando un rastro sucio de complejos.
Sale, dejando un rastro sucio de complejos.
¡Me ha gustado! me ha hecho sonreír... Me faltaba la mirada del camarero, esos ojos del cansancio, viéndole irse dejando ese rastro ¿Cómo sería esa mirada del camarero?
ResponderEliminarSí. Me ha gustado Fernando, corto y contundente, cada frase te hace pensar... Un beso, Rocío