jueves, 5 de marzo de 2009

La lógica del poema

Ayer abrí el blog mencionando la lluvia y los atascos que se producen en esta -maravillosa, acogedora, monumental, entrañable, sugestiva- ciudad de Granada, y, oh, también -caótica, desordenada, no muy limpia, provinciana Granada, (sí, demasiado provinciana, con sus apellidos ilustres, "de toda la vida", de rancio abolengo, tan rancio que apesta a tontería y a figuración).
La lluvia en Granada, no en Sevilla, en Graná. Nuestra Graná, defendida a capa y espada en otros foros, frente a otros que la mancillan, morir defendiendo tu tierra. Pero, ¿qué sabemos de nuestra tierra? ¿La hemos caminado hasta cansarla, hasta que sepa, como un perro fiel que reconoce nuestros pasos y nuestro olor, que somos el que la recorre, el que la desentraña? ¿Hemos leído algo más de su historia?, ¿O sólo sabemos que el moro suspiró en el camino de la playa? ¿Sabemos que Alhambra significa "la roja", "Qal'at al-hamra" (Fortaleza Roja). ¿O que otros dicen que es simplemente el nombre en femenino de su fundador, Abu Alahmar, que en árabe significa "el Rojo", por ser pelirrojo?. Animo a que leamos y conozcamos mejor nuestra ciudad, yo el primero, el solitario enmarcador frente a su pc. (!Vaya días que llevo¡)
Todo lo anterior ha sido un meandro producido en mi mente que me ha desviado de lo que quería hablar. Todo viene por la lluvia y los atascos. Ante la impotencia de estar atrapado en un atasco, todos los días, dentro de la máquina de la que no podemos prescindir, en vez de hurgar en la nariz, (que también), se me fue viniendo a la mente una idea y, -lo diré muy bajito-, con el teléfono móvil en la mano, comencé a redactar un texto: La lógica del poema.
No pretendo más que dar una idea de lo que siento cuando escribo. Y cuando escribo mejor es cuando me lo tomo como un juego, un scrabble. Se abren las posibilidades, y se atiende a alternativas exóticas, al sonido de las palabras, a su categoría gramatical, se mezcla, se combina, se junta uno y otro, lejanos o próximos, se crean conceptos nuevos, explosivos, luminosos, agrabables.
La lógica del poema es que no tiene lógica. Nunca sabemos por dónde irá, hacia dónde nos conducirá esa primera frase sobre el papel. Cuanto más se piensa, más nos enreda entre sus sutiles hilos, más confusión nos crea, más nos hunde en su pozo sin luz y sin salida. Perdidos en una isla que hemos creado y de la cual no tenemos las coordenadas. Su lógica es el puro azar. Al azar encontramos el anillo perdido, después de haberlo estado buscando y desistir agotados. El azar y la imaginación.
Existen cartas náuticas que pueden ayudarnos a no terminar en el confín del mundo. La gramática, la sintáxis, la semántica y la métrica. Luego está la intuición del marino animoso, enérgico, tenaz, bragado en circunnavegaciones.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Días de lluvia

Hola, amigos. Lluvia, lluvia, lluvia. Agua, agua, agua. Nostalgia, añoranza, recuerdos. Días de lluvia, de quedarse en casa, de escuchar música, de estar con la familia, de escribir un poema. (Días también de fabulosos colapsos en la autovía). Días en que el solitario enmarcador, frente a la pantalla de su pc, sigue en lucha con las palabras, pierde combates, pero vuelve a la carga hasta alzar la bandera de victoria en el territorio conquistado. Esta vez más satisfecho, si cabe, porque no ha sido nada fácil darle sentido y cohesión a las ideas. Pero vuelvo a regalaros otro soneto, en eneasílabos, con rimas muy particulares, pues si os fijáis también riman en asonancia. Una bobería en la que me empeñé. Hoy quiero desde aquí saludar a esos amigos a los que hace tiempo no veo. Como por ejemplo a José Luis Moreno del Toro, poeta cubano, al cual sigo unido a través del correo electrónico. Y al artista cubano, afincado en Granada, Pedro García Arias y a su maravillosa esposa María José, a los cuales les deseo pronta mejoría. Y, por ahora, nada más. Ahí os entrego el soneto. Gracias por leerme.

Manchada de negro y ceniza
gira y delira la tristeza,
áspera carne advenediza
sin vida, doblada corteza

de llagas donde el alma inspira
el cieno bruno, la cibera
fétida, la sal acedera,
y el tierno aroma de la ira.

Alimaña de la sequía,
desmán de los sueños, marea
de daños que lame los huesos.
Huye a la luz de tu bujía,
el dril de tu risa sortea,
muere en la espuma de tus besos.